Los prisioneros
Formación: 1982
Disolución: 1991
Integrantes: Jorge González, bajo y voz.
Claudio Narea, guitarra.
Miguel Tapia, batería.
Cecilia Aguayo, teclados.
Robert Rodríguez, guitarra.
Los Prisioneros son uno de los grupos más representativos de la escena punk chilena de principios de los 80. Sus canciones, con el paso del tiempo se transformaron en verdaderos himnos de rabia y descontento social de la época de la dictadura. Su carrera se puede dividir en dos épocas bien definidas, la primera finaliza con los dos quiebres de los años 89 y 91, y la segunda caracterizada por el regreso a los escenarios a principios del 2000, marcada por el retorno comercial y la disonancia entre sus integrantes. La primera etapa es de la cual se hará cargo esta biografía.
Los orígenes de la banda se remontan a 1979 cuando Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia se conocen como compañeros de curso en 1º medio del Liceo 6, Andrés Bello, en la comuna popular de San Miguel. La amistad surge entre estos tres jóvenes con inquietudes y gustos musicales similares y se cristaliza en dos proyectos que anteceden a Los Prisioneros.
El primer invento musical fue el grupo Los Pseudopillos, una banda que jugaba con los ritmos en un intento de rapear, con letras lúdicas y un toque de ironía, donde Narea y González eran los integrantes. Luego se les une Tapia en el proyecto que antecede a Los Prisioneros, Los Vinchukas, esta banda es donde por primera vez utilizan una formación de trío y tocan con instrumentos bastante caseros en actos en vivo en su liceo. Las letras muestran un descontento social y la música se acerca peligrosamente al punk crudo de Inglaterra de los 70. Esta rabia se aprecia en un set de canciones grabadas con posterioridad en 1987, donde interpretan temas como: “Ladrones y Policías”, “Generación de Mierda” y “Dejen Respirar”.
El 1º de julio de 1983, debutan como Los Prisioneros en el Liceo Miguel León Prado. Ese mismo año tras la salida del liceo González entra a estudiar ingeniería en sonido en la Universidad de Chile, ahí conoce a Carlos Fonseca, quien manejaba la disquera alternativa Fusión, además de escribir, de vez en cuando, columnas de música para la revista Mundo-Dinners y tener un programa en radio Beethoven donde daba espacio a los nuevos sonidos juveniles. Precisamente será Fonseca quien escuchará al grupo de González y será su manager más tarde.
Cuando Fonseca le pide el material del trío a González para pasarlo en su programa de radio, se da cuenta de la precariedad de éste y le ofrece ensayar las canciones de una manera más profesional en Fusión. Además arriendan un estudio en la calle Lira, de propiedad de Pancho Straub, donde graban unos 15 temas que luego servirán para ser tocados en el programa de Fonseca y abrirse paso en la incipiente escena rockera nacional.
Para 1984 Fonseca se había convertido en el manager de Los Prisioneros, inaugurando con ellos el boom del pop chileno en la década de los 80. Ese año el grupo inicia sus tocatas en los circuitos under de la capital, universidades principalmente, y González se codea con artistas y otros jóvenes músicos como él donde se nutre de sus influencias y conoce estilos más cercanos al new wave y al punk. El grupo se da cuenta en las tocatas el furor y entusiasmo que provocaban en estos circuitos underground de universitarios y artistas, pero no congenian con ellos.
Para fines de ese año el trío lanza su primer LP, La voz de los ´80, un cassette que nace bajo el alero del incipiente sello de Fonseca, Fusión. El álbum estaba influenciado claramente por los Clash, un referente de la época para todos los jóvenes del circuito under y que los catapultó como los líderes del rock juvenil chileno de la década.
En 1985 la multinacional EMI firma un contrato de distribución con Fusión para repartir el LP por todo Chile. También esta asociación ayudó a que el album tuvieron rotación en las radios, destacando los temas: “Sexo” y “La voz de los 80”, los que abrieron los espacios para los grupos venideros.
Para 1986 Los Prisioneros eran un grupo relativamente conocido, donde sus letras sociales comenzaban a calar hondo en la juventud que había vivido bajo la dictadura. Pero la consolidación definitiva del grupo sucedería en noviembre de ese año cuando la banda lanza su segundo larga duración, bajo etiqueta EMI, Pateando piedras, con dos recitales repletos en el Estadio Chile (hoy Víctor Jara). En el disco venía incluido el tema “El baile de los que sobran”, el cual se convirtió en un himno de la marginalidad juvenil de la época.
Este LP significó la masividad de la banda, y tal vez uno de sus mejores discos en cuanto a composición y arreglos. El cassette contaba con letras agudas en la misma temática social que caracterizaba a la banda, pero además se sostenía en ritmos electrónicos que le daban un toque bailable, en clara concordancia con lo que estaba haciendo, New Order, tal vez el grupo favorito de González. A esto se sumaba la ácida actitud de González hacia la prensa y el público, lo que hacía de la banda un verdadero emblema de rebeldía en esos años. Del disco destacan temas como “Por qué los ricos”, “Muevan las industrias” y el clásico “Quieren dinero”, los cuales contenían critica social con ritmos pegajosos y bailables, lo cual les trajo un éxito desbordante.
Esta actitud del grupo crítico, más la presencia innegable de González como su líder, trajo un costo para el grupo. La prensa y la dictadura los hizo sospechosos y luego peligrosos, trayendo como consecuencia la censura y el hostigamiento por parte de las autoridades de la época. Un ejemplo de esto es la gira al sur de 1987 donde sus recitales comenzaron a ser prohibidos mediante el complot de la dictadura.
En este panorama de censura y hostigamiento de los medios y la dictadura hacia la banda nace su tercer LP La cultura de la basura, lanzado a fines del 87 y el cual debió quedarse sin gira promocional debido al boicot de la dictadura.
La cultura de la basura es un disco casi temático donde la cultura de la radio AM, que marcó a los integrantes de la banda, musical y emocionalmente, estaba presente. El álbum fue un fracaso en términos económicos e incorpora por primera vez, a través de temas, las ideas musicales de Narea y Tapia cercanas al rock clásico y la electrónica respectivamente, pero manteniendo la agudeza de las letras de González. Pero por sobre todo el LP fue un fracaso por la escasa difusión radial, sumado a que la distancia con los medios se había acrecentado desde el llamado público que hicieron Los Prisioneros a votar No en el plebiscito del año 1988
Para el año 1988 y dado el boicot sufrido por el trío en Chile, deciden consolidar su carrera en el extranjero, específicamente en los mercados donde el grupo tenía presencia, Ecuador, Perú y Colombia. Se realizaron variadas tocatas y giras por los tres países latinoamericanos, impactando especialmente en Colombia donde tuvieron una acogida impresionante, que se tradujo en tres nuevas giras entre fines del 88 y comienzos del 89.
De regreso de la gira a Colombia y hacia fines del año 89 el trío prepara su cuarto LP, Corazones, este álbum y su realización generaron diferencias irreconciliables entre Narea y González. Estas diferencias se produjeron en el plano musical, González quería un disco cargado a la electrónica y Narea mantenerse en los parámetros del rock. Las diferencias también se produjeron en el plano personal debido a líos amorosos entre ambos. Todo esto gatilló la salida de Narea, quien luego formará la banda Profetas y Frenéticos, dejando con formación de dúo a Los Prisioneros en 1990 cuando se presenta la cuarta placa.
Corazones, se convierte en el LP más exitoso del grupo, además de ser el de mejor factura técnica, fue grabado y mezclado en Los Ángeles al alero del argentino Gustavo Santaolalla. El disco es un conjunto de canciones de amor que reflejan los estados de ánimo de González, mezclado con una fuerte presencia de sintetizadores, volviéndose a repetir la comparación con New Order, la banda inglesa en que González tal vez se inspiraba. Corazones, sin duda marca el fin de una etapa, las letras ya no tienen ese tono de crítica social, sino que se dan vueltas en los tormentos amorosos de González, sin duda es más intimista que cualquier otro disco de la banda y ya no se encuentra, en las letras, la intención de ser las voces de una generación. Además el grupo asume su nueva faceta pop sin remordimientos y sin sentir un mínimo interés por cumplir las expectativas de quienes les seguían como referente social. Del álbum sobresalen temas como: “Tren al sur”, “Amiga mía”, “Estrechez de corazón”, “Corazones Rojos” y “Cuéntame una historia original”.
Para la gira promocional del LP son reclutados dos viejos conocidos de González, Cecilia Aguayo (ex Cleopatras y amiga de González) y Robert Rodríguez (ex Banda 69). De este modo en 1991 la banda irrumpe en el Festival de Viña, en una actuación con un carácter honorífico, pues ya no tenían la carga de ser un referente generacional. Tras este paso por Viña, el grupo continuó una gira de despedida por todo Chile, durante la cual no faltaron quienes recriminaban a González lo ocurrido. Finalmente, una vez terminada la gira se pone fin a la historia de la banda, para revivirla después de casi 10 años en los inicios del nuevo milenio.
Tras la disolución cada integrante siguió sus propios caminos. Narea ya había formado Profetas y Frenéticos, una banda que conjugaba el clásico lenguaje del blues y el rockabilly, con la cual trabajo de manera intermitente hasta 1996, logrando un éxito más que aceptable. Tapia tras la separación formó la agrupación Jardín Secreto, de menor éxito. Y González dio inicio a una exitosa carrera como solista, que tuvo en un principio una enorme masividad, pero luego terminó con exploraciones electrónicas íntimas que no fueron entendidas por el público masivo, el cual todavía veía en este al muchacho contestatario de mediados de los 80, esto derivo en una lucha, que ya venía dándose, entre González y el público con recriminaciones y descalificaciones por parte del músico hacia el “respetable”.